
Inocencia pecaminosa
El guapo y talentoso actor español Mario Casas (No matarás, Los hombres de Paco, El barco) se ha convertido en el imán taquillero del cine y el streaming, y demuestra que su carrera no tiene límites al protagonizar la miniserie thriller que impone moda en Netflix. El Inocente no deja de jugar con el suspenso y un pasado tormentoso de todos sus personajes, se diría que en el aspecto de contenido se vuelve repetitiva y reedita fórmulas anteriores como en Sky Rojo o Alguien tiene que morir, pero esta mini serie creada por Oriol Paulo (Los ojos de Julia, El Cuerpo, Contratiempo) y Jordi Vallejo tiene un ingrediente que me atrapó instantáneamente: la narrativa en segunda persona.
Y es que tanto en literatura como en audiovisual, las voces usadas para la diégesis siempre han sido la primera y tercera persona, es decir, a él/ella le pasó algo, o a mi me pasó algo. Pero la historia que nos ocupa, basada en la novela homónima de Harlan Coben, incorpora un rarísimo detalle al incluir la segunda persona: tú eres fulano y a tí te pasó algo. Parece un detalle menor, pero sí que influye en la narrativa de la historia, ya que se perfila como una voz acusatoria y casi omnisciente, que destila dosis de información contundente, incrementando la intriga y el suspenso a cada momento.
El argumento es bastante sencillo, por lo menos al principio: Mateo es un ex convicto que ha pagado su deuda a la sociedad y ha reconstruido su vida junto a su bella esposa Olivia (Aura Garrido). Un poco después de enterarse de su futura paternidad y de comprar la casa de sus sueños, ella desaparece sin dejar rastro, lo que inicia una búsqueda frenética y el descubrimiento de terribles secretos del pasado, que ponen en peligro, no solo la relación de la joven pareja, sino también sus propias vidas. El caso llama la atención de la inspectora Lorena Ortiz (Alexandra Jiménez), quien decide embarcarse en una investigación viciada de vericuetos y que origina conflictos dentro de las más altas esferas policiales.
La ambientación y fotografía son impecables, como ya nos tienen acostumbrados estos tipos de producciones. En ciertos momentos, la iluminación y edición evocan a los antiguos film noir de los cincuenta, al manejar la oscuridad como un personaje más dentro de las densas investigaciones de la detective.
En definitiva, 8 capítulos llenos de adrenalina, entretenimiento puro y grandes actuaciones. Solo queda una pequeña sensación de que este tipo de argumentos se están convirtiendo en clichés, sobre todo en las producciones mexicanas y españolas. Todo bien, pero ya es tiempo de empezar a dirigir la brújula para otros parajes y géneros, sopena de caer en el sopor de algunas producciones gringas.
Se podría decir que hemos alcanzado una madurez en las producciones hispanoamericanas, logrando elevar a nuestros actores a la calidad de ídolos y acercando nuestras historias al mundo entero. Hoy en día, gracias a Netflix y compañía, nadie se fija en la procedencia de una buena serie o película, sino en su contenido. Y eso ya es mucho decir…