
Educación al desnudo
Mi hija de 14 años me recomendó Sex Education de Netflix hace más de un año. Me enganchó de inmediato por su historia cruda pero muy real, con una mezcla de géneros impresionante y un grupo de personajes odiosos y adorables al mismo tiempo (como son las personas en la vida misma). Al terminar la segunda temporada en modo maratón/amanecida compulsiva obsesiva, me asusté por todo lo que había visto mi única heredera: una libertad sexual en Europa que no representa para nada lo que sucede en Latinoamérica (me hizo recordar a Skins, 2013). Escenas, lenguaje y temas “tabú” que son tratados con desparpajo por sus protagonistas. Después de ese shock inicial por imaginarme todo lo que había “aprendido” una adolescente incipiente como muchas otras, asomó en mi el espíritu de ese padre liberal brindando a su hija la misma educación que siempre quiso recibir y el tercer mundo no le concedió.
Los tiempos han cambiado, ya no tenemos que enterarnos de cómo vienen los niños al mundo por nuestros amigos más adelantados o por algún emplead@ imprudente de la casa, los niños ahora son nativos digitales, tienen acceso infinito a millones de terabytes de información (buena y mala), el mundo es otro y la TV no es la excepción. Ahora ya no tenemos que esperar una semana para ver el siguiente capítulo, dividido en mil partes por los comerciales. Si no entendemos ese contexto como padres, estamos perdidos.
En mi opinión, ésta serie es una cátedra de educación sexual y conductiva: ideologías de género, homofobia, bullying, feminismo, aborto, intolerancia, racismo, drogas, comunidad GLBTQ+ y muchos otros temas actuales tratados con dureza e inteligencia, rompiendo estereotipos. Todo esto con la dosis justa de diversión y drama para captar nuestra atención desde el principio. Cabe destacar que los personajes adultos se complementan perfectamente con los problemas de los personajes adolescentes, creando escenas y subtramas inolvidables, pero sobre todo, conmovedoras.
Un punto a favor es la impactante y talentosa presencia de Gillian Anderson (Expedientes X) como la madre psicóloga del protagonista Otis (Asa Butterfield), quien para ganar un puñado de dólares, se embarca en una temeraria empresa que no domina para nada: la educación sexual de sus compañeros. Lo demás, es algo a lo que ya nos tiene acostumbrados Netflix: excelente fotografía, vestuario impecable, interpretaciones sólidas y una edición ágil y moderna.
En conclusión, Sex Education no es para todos los adultos, pero sí para todos los adolescentes. Si es padre, no sea retrógrado. Lo que quiere prohibir a sus hijos, lo verán en cualquier otra parte y probablemente sea algo realmente distorsionado.
Los dejo con alguna memorabilia de las series mencionadas.