Come on Barbie, let´s go crazy

Por: Jennifer Armas
@gabrielaarmasp

Viajemos al año 2008, donde nació la ilusión de una niña por una muñeca. Hablar de Barbie es recordar mi niñez y saber cuánto anhelaba tener al menos una de todas sus versiones. Pero yo fui parte del grupo que no alcanzó esa suerte, más bien solo tuve los famosos “Chichobelos”, donde cumplía roles maternales “cuidando un bebé”. Podemos decir que Barbie en sus inicios tuvo conceptos muy superficiales de una mujer, creando ideales de ser “perfecta”, además de un modelo corporal inalcanzable para las niñas, teniendo que cumplir estándares de belleza como ser blanca, rubia y con proporciones imposibles de alcanzar.

Para el 2009, a mi prima le regalaron la muñeca y no solo eso, sino la casa con todos sus accesorios, su perrito, su caballo, su carro y su maravilloso Ken. Desde entonces, hasta mis 11 años, anhelaba que llegara cada fin de semana, porque existía la emoción de ir a casa de mis tíos a jugar con mi prima y todo su set de hermosos juguetes. Si me preguntan las razones por las que este privilegio se me negó, les diría que fueron motivos económicos, así que tuve que ajustarme a lo que pudieron ofrecerme mis padres en aquel entonces. En la actualidad no reprocho nada, porque sin tenerlas fui feliz jugando con ellas, así hayan sido prestadas.

Ahora bien, ya crecimos todas aquellas niñas que algún día tuvieron la misma ilusión que yo, o tal vez mucho más. Como espectadores, se han preguntado ¿Cuán importante ha sido esta nueva película para todas aquellas niñas? Esta película trajo consigo un mensaje tan lindo y profundo para todos en general, la película va más allá del feminismo, si estuvimos atentos a su trama también pudimos notar que se tocan otros temas, dirigidos a los adolescentes, ya sean hombres o mujeres, invitándolos a plantearse quiénes son más allá de sus profesiones o del papel que impone la sociedad sobre ellos. En otras palabras, lo que “se espera” de ellos.

Y así es como le ocurre a Barbie, cuando habla con su creadora, y decide “no ser una idea, un producto, sino alguien con ideas, alguien libre”. De cierta manera, nos dice que las etiquetas también limitan, y que somos alguien más allá de ellas. Algo digno de rescatar es el mensaje que deja a los niños y adolescentes, nos ayuda a entender que todas nuestras emociones son igual de válidas e importantes sin importar el género. También reconozco su mensaje a todas las mujeres: trabajando juntas y en equipo, podemos lograr grandes cosas sin necesidad de minimizar a ninguna, algo que en la actualidad debería ser un ejemplo a seguir.

Antes de culminar, debo decir que recordaré de por vida a Ruth Handler, esposa de Elliot Handler, uno de los fundadores de Mattel, ella es quien estuvo detrás de la idea, luego de ver a su hija Barbara y a sus amigas jugar con muñecas de papel. Gracias Ruth Handler y gracias, Barbara por ser ustedes quienes desde 1961, hasta la actualidad siguen llenando de alegría a todas las mujeres con sus mensajes positivos, recordándonos siempre que podemos ser lo que queremos ser.

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