
Me encantan las películas navideñas, tienen la capacidad de abstraerme de todos los problemas de la vida adulta y llevarme a un mundo fantástico, donde lo más importante tiene forma de bastón y de chocolate caliente. Este año, Amazon y MGM apuestan por un hit que costó 250 millones de dólares, lo que la convierte en el producto fílmico navideño más caro de la industria. La pregunta es: ¿Alcanzarán a recuperar esa cantidad tan obscena de dinero?, eso lo veremos con el tiempo. Atrás quedaron las historias sensibleras y tiernas como Home Alone o El Grinch que fascinaron a grandes y chicos, las audiencias han cambiado y en tiempos de Terrifier 3 o La Sustancia, lo que se requiere ahora es bala, patada y puñete, dosis que no le falta a Red One.
El elenco estelar siempre va a ser un plus que atraerá a los fans: Dwayne Johnson (ya no le gusta que le digan The Rock), Chris Evans (el eterno Capitán América) y J.K. Simmons (ganador de un Oscar por Wiplash) encabezan una nómina que se da el lujo de tener entre sus secundarias a Luci Liu (Los Ángeles de Charlie), Bonnie Hunt (Beethoven y Jumanji) y Kiernan Shipka (Sabrina, la bruja adolescente). La historia es un poco descabellada, pero… es Navidad, por lo que la lógica es desterrada de nuestras mentes en esta época. Santa Claus es secuestrado del Polo Norte por una bruja milenaria y malvada, todo su equipo de seguridad (más sofisticado que el FBI y la CIA juntos) se vuelca a rescatarlo antes de que algo muy malo le suceda. Esto los lleva a un cyber mercenario que puede dar con su paradero, ahora deberán pasar por muchas vicisitudes, que incluyen a sanguinarios muñecos de nieve, fenómenos paranormales y hasta el mismísimo Krampus, medio hermano del viejo pascuero que guarda muchos resentimientos (a lo Thor con su hermano Loki).
Parece algo muy banal pero me hizo mucho ruido ver a Santa tan flaco y fibroso. Quizás ya estoy muy viejo para aceptar nuevas tendencias, pero creo que pudieron hacer algo al respecto, y aunque no es la primera vez que se modifica la apariencia de este símbolo navideño, pudieron ponerle rellenito al actor, que es de los mejores. El uso de los colores propios de esta época es un acierto, tanto los uniformes como la ciudad perdida en el Polo Norte, estuvieron a la altura en diseño y creatividad. Si me pongo a hilar muy fino, encuentro algunas inconsistencias como que, por un lado existe mucha tecnología pero por otro lado, se sigue con cosas muy rudimentarias como el trineo impulsado por renos gigantes. Tampoco faltaron las moralejas y buenos deseos que llenan el alma de esperanza (ingrediente infaltable en este tipo de películas) y salvan la Navidad en medio de lágrimas emotivas.
En definitiva, el director Jake Kasdan (las nuevas Jumanji), nos entrega un universo extraño y moderno pero que conserva las tradiciones y los buenos deseos propios de esta época. El ambicioso proyecto no estuvo exento de problemas, con algunos desplantes causados por el ex luchador de la WWE, como retrasos y cambios repentinos de pautaje. Al fungir como productor ejecutivo (el que pone la plata), el crew no ha tenido otro remedio que soportar todos esos inconvenientes pero el presupuesto se infló de manera desproporcionada. Dicen que lo que mal empieza, mal acaba, de todas maneras, le deseamos buena salud a este filme que cumple con su misión de entretener y darle un giro al ambiente navideño. Las últimas festividades del año no solo son amor y paz, también son cine y desparpajo.