
El argumento inicial de The Girlfriend es más de lo mismo: suegra millonaria que odia a la prometida de su hijo porque piensa que solo le interesa su status y dinero. Pero esta relación suegra–nuera, maldita desde el inicio de los tiempos y que se aplica muy bien a la realidad, toma giros insospechados a medida que avanzan los capítulos, introduciéndonos en una vorágine de la violencia más ejercida por las mujeres: la psicológica (que por supuesto, después se vuelve física). A partir de esa sencilla línea argumental, que podría prometer un sensiblero y superficial drama romántico, emerge un infierno dantesco y laberíntico que nos mantendrá con la angustia en la garganta hasta el final.
El gancho para muchos televidentes indecisos (como yo) es definitivamente Robin Wright (ex esposa de Sean Penn), actriz de carácter que suele escoger muy bien sus papeles: House of Cards, Forrest Gump, La Chica del Dragón Tatuado, entre muchos otros. Personalmente, no puedo borrar de mi mente a la imponente madre de La Mujer Maravilla, líder de todas las guerreras amazonas (para mi, su mejor performance por todo lo que esto significa, y eso que fue la que destrozó el corazón del pobre Forrest). La veterana actriz gringa también hace las veces de productora y directora de la serie, por lo que se nota el compromiso para con la historia, adaptada de la novela homónima de Michelle Frances.
Las actuaciones tienen otro nivel. Por un lado Laura (Robin Wright), la celosa madre de su único hijo que ve con malos ojos a la prometida desde que se conocen. Por otro lado, Cherry (Olivia Cooke), una atractiva joven con grandes ambiciones, que está dispuesta a todo para salir de la clase media baja londinense. El timorato y pusilánime hijo que se encuentra atrapado entre su madre y su prometida, tratando de mantener el equilibrio familiar que pende de un hilo. La madre de Cherry, callada y sumisa, alcahueta de todas las fechorías de su hija pero negada a reaccionar ante el terror que influye sobre ella. NI qué decir del frío esposo de Laura, obligado a llevar un matrimonio abierto y siendo siempre solo un acompañante de su exitosa pareja. Lo interesante de la serie es que cuenta la historia desde los puntos de vista de ambas protagonistas, que obviamente, son diametralmente opuestos.
La serie de Amazon Prime tiene solo 6 capítulos, maneja un final que, a todas luces, queda en completa continuación y propone una segunda temporada de manera urgente. Pero a pesar de que este es uno de los estrenos más importantes del año para la plataforma y que no fue planteado como miniserie, aún no está confirmado nada. En definitiva, vale la pena pasar por este tormento audiovisual solo para sufrir una catarsis enorme que se vuelve suspiro ante la bajeza del ser humano, y todo lo que está dispuesto a hacer “por amor”. Un experimento rocambolesco con buena música, elegancia y gente linda matándose, ¿qué más se podría pedir en tiempos de Trump?