La locura por dentro…

Mi primer encuentro cinematográfico con Sir Anthony Hopkins fue en El hombre elefante de David Lynch, corría el año de 1980 y, aunque todos los laureles recayeron en John Hurt, me llamó la atención la inefable mirada de ese actor serio, enigmático y hasta melancólico. Pensaba que esa era su primera película pero en realidad ya tenía una amplia trayectoria que fui descubriendo poco a poco. Su participación, a veces secundaria, en un sinfín de filmes tuvieron su clímax en la asombrosa creación de Jonathan Deme: El silencio de los inocentes. Esto le dio su primer Oscar, su tratamiento de Caballero Inglés y la admiración del mundo entero.
Desde allí, Hopkins lo ha sido todo: mayordomo, científico, Papa, cazador de vampiros, Hithcock, Nixon, el padre del Zorro, el padre de Thor, y mil personajes más. Ha paseado su talento por todo el planeta, fue nominado en múltiples ocasiones a cuanto premio se haya inventado, ha compuesto su propia aria de ópera (también es un músico profesional), lo hemos visto envejecer con dignidad, con esa paciencia que solo tienen los sabios. Y en ese camino que naturalmente va llegando a su fin, nos entrega otra pequeña joya, una modesta ofrenda: El padre. El argumento es muy sencillo: un padre con Alzheimer empieza a perder su mente ante la mirada triste y desesperada de su única hija. Lo interesante de este ejercicio narrativo, es que vemos a esta enfermedad cruel y silenciosa desde dentro, con la óptica y el miedo de quien la padece, con el dolor e impotencia de quienes lo rodean.
Dirigida por Florian Zeller y con un presupuesto bastante modesto, estoy seguro que el grandioso actor británico redujo su sueldo a casi nada solo para poder interpretar a este viejito cascarrabias pero encantador que empieza a navegar entre la realidad y la pesadilla. También vale la pena mencionar a Olivia Colman (nominada a mejor actriz secundaria), que se mete en la piel de la hija confundida y agotada por las lagunas e imprecisiones de su padre, es enternecedor ver su mirada llena de amor ante la adversidad.
¿Que si el viejo Anthony se merece el Oscar? Siempre lo ha merecido (nominado 6 veces), pero esta ocasión es especial. Cuando ya se han ido leyendas como Sean Connery y algunas otras ya tienen la memoria perdida como Jack Nicholson, Hopkins emerge lúcido, imponente, soberbio, incólume y firme, solo para decirnos que la magia del cine vive dentro de él, y eso… no lo olvidaremos jamás.
Los dejo con cierta memorabilia del trabajo supremo de este gran actor: El silencio de los inocentes. Deja tu comentario.

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