Mucho que ver, nada que pensar

El mundo se ha vuelto más visual y auditivo que nunca. Hoy, todo entra primero por los ojos y por los oídos: la comida, las relaciones sociales, el estudio, el trabajo y, por supuesto, el entretenimiento.
El director Rawson Marshall Thurber (Dogdeball, We’re the Millers, Skyscraper) lo sabe a la perfección y lo lleva a cabo casi con obsesivo celo. El primer rubro aprovechado al máximo del presupuesto total ($200 millones) es el casting: la amalgama perfecta entre humor y simpatía (Reynolds); fuerza (The Rock); belleza y talento (Gadot). Tres de los más famosos intérpretes de Hollywood, con masas de simpatizantes y amasadas fortunas construidas con los ladrillos de lo comercial. El abultado presupuesto inicial de esta propuesta permite invertir sin pestañear en los mejores efectos de ordenador y experimentados dobles para crear elaboradas escenas de acción. La fotografía es impecable y las tomas con drones de las más bellas ciudades del mundo, son un poema visual.
El montaje es frenético y acompaña a los protagonistas en alocadas huidas de los parajes más inhóspitos, dando la impresión de que todo lo pueden y siempre se salen con la suya sin despeinarse (sobre todo la Roca… ok, fue un mal chiste, lo reconozco). Si le adicionamos una correcta musicalización, iluminación adecuada, y un ritmo salvaje, tenemos un producto audiovisual que cumple con su cometido en sus casi 2 horas de metraje.
Ahora, aquí empiezan los problemas… ¿Les suena familiar este argumento? Ladrones finos que roban artefactos millonarios, corriendo grandes peligros para salirse con la suya y encantando a todos con su charming. Seguramente ya tienes algunos títulos en mente, yo también: desde Erol Flynn en Robin Hood hasta Pierce Brosnan en The Thomas Crown Affair, Bruce Willis en Hudson Hawk, todos en Ocean 11, Will Smith en Focus y muchos, muchos más. Es un argumento bastante utilizado, carente ya del factor sorpresa. Machacado y masacrado por cientos de directores y escritores que encuentran en el cliché, un refugio para sus perezosas prácticas. Aún así, muchos artistas modernos han encontrado la fprma de darle una vuelta de tuerca a lo ya mil veces repetido, como Quick Change, donde un magistral Bill Murray entra disfrazado de payaso a asaltar un banco o Point Break, donde Patrick Swayze solo roba bancos para irse a surfear por el mundo; y ni qué decir de Dog Day Afternoon, donde Al Pacino asalta un banco para pagr la operación de cambio de sexo a su amante transexual. Este no es el caso de Red Notice, con un final bastante predecible y con una trama si se quiere hasta plana, sin mayores sobresaltos.
Red Notice está cargada de expectativas, pero viciada de lo mismo. Probablemente, sea mejor verla para tener cómo discutir el lunes en la oficina con tus compañeros, que por ser una producción de esas que quedan en la retina/memoria, grabadas a fuego hasta el día de tu propia muerte (One flew over the cuckoo’s nest, es un ejemplo).
Cocina muchas palomitas y prepárate para ver tedio vestido de novedad.

Rating

Merchandising