Sin sustancia y sin sentido

Tenía muchas ganas de ver esta película por el ruido que causó desde su primera proyección en Cannes y por haber ganado múltiples premios previo a su estreno comercial. Las redes se llenaron de comentarios variados, pero todos llegaban a la misma conclusión: nadie podía permanecer indiferente ante las atrocidades que se verían en pantalla. Desde abandono de salas hasta vómitos y subidas de presión, este definitivamente era mi tipo de entretenimiento. Además de todos esos comentarios, el regreso de Demi Moore al séptimo arte era un acontecimiento no menor para los cinéfilos de pura cepa, al no verla en una producción importante desde hace décadas.

Creo que puse la vara demasiado alta, esperando una historia realmente novedosa y perturbadora, tanto así que me negué a ver trailers o cualquier comentario adicional que me diera pistas del argumento. Me encontré con una historia sin sentido y sin justificaciones mínimas, con un final extendido innecesariamente, muchos clichés y sobre todo, nada perturbadora (nadie abandonó la sala y el trailer de Terrifier 3 me causó más asco). El tema tampoco es nuevo, me recordó a otras obras mucho mejor logradas como Death becomes her (protagonizada por Bruce Willis, ex esposo de Demi) o incluso el clásico literario de Oscar Wilde llamado El Retrato de Dorian Gray. La directora también hace un claro guiño/homenaje a Stanley Kubrick en varios pasajes de su obra.

El guion de La Sustancia, que a propósito, fue premiado en Cannes, carece de verosimilitud, sin ninguna base científica, y por momentos hasta caricaturesco. El mensaje es muy claro y la metáfora se entiende perfectamente: la obsesión por la belleza nos puede llevar a lugares infernales, pero el ejercicio no salió muy bien. Ustedes dirán que es muy fácil opinar desde la comodidad de mi laptop y que quizás mi visión es machista o misógina, pero yo no creo en géneros, creo en buenas y malas películas. Tampoco todo es malo, aquí van algunos puntos sobresalientes:
Demi Moore luce fabulosa a sus 61 años e incluso, se atreve a realizar desnudos totalmente justificados para el personaje, definitivamente la historia suena un poco autobiográfica y seguramente por eso, su aceptación inmediata a la invitación de la directora francesa Coralie Fargiat. Su contraparte juvenil (Margaret Qualley) también roba suspiros en la pantalla grande y representa muy bien a un alterego repleto de soberbia y sediento de fama (a propósito, ella es hija de la famosísima actriz Andie McDowell). Dennis Quaid luce brillante al interpretar a un oscuro y autoritario jefe del canal donde trabaja la protagonista.

La estética visual también es un acierto, me gustó mucho la decoración del departamento de Elisabet Sparkle (Moore). La atmósfera de misterio inicial invita al suspenso y la elucubración. La condición secreta del tratamiento extremo de belleza ofrece una incertidumbre que se llega a sufrir a la par de la actriz principal, pero luego cae en un sinnúmero de sinsentidos que empiezan a boicotear la trama. El final toma un giro totalmente inesperado que podría sacar de casillas hasta al más paciente espectador, rematando con un clímax casi surrealista que me recuerda a las películas de clase B de Troma Productions en los años 80s y 90s. En definitiva, lejos de recomendar no verla, es una experiencia por la que todos deberíamos pasar, con el fin de medir una catarsis que puede ser escuálida u obesa, dependiendo del ojo y del antojo.

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