
¡Fem Rock!
En la era de las biopics, Netflix nos trae una gran historia a su catálogo. A pesar de que fue estrenada en el 2010, The Runaways emerge más vigente que nunca gracias a los movimientos Me Too, Pañuelos verdes, entre otros. La reivindicación de las mujeres y la justicia social, que supone igualdad a todo nivel, justifica el reclamo actual de muchos gremios y activistas. En 1975, la situación era bastante más cuesta arriba para cualquier fémina que decidiera meterse en campos masculinos, y el hard rock era uno de ellos. Es aquí donde la historia del grupo punk rock The Runaways toma una relevancia gigantesca. Cinco chicas adolescentes, lideradas por un intrépido y desquiciado manager, deciden enfrentarse a un mundo lleno de machismo e intolerancia, pero la calidad de sus interpretaciones y el talento que derrochaban no tardaron en conquistar al mundo entero.
La historia está basada en el libro Neon Angel de Cherie Currie, cantante original de la banda. Relata el ascenso y caída de este quinteto pionero del rock and roll femenino, sus aspiraciones (personales y de cocaína), su fatal manejo del éxito repentino y la lucha contra un sistema incómodo ante mujeres tan poderosas. Las integrantes originales formaron el grupo siendo aún adolescentes y eso se respetó con alguna de las actrices (Dakota Fanning tenía 16 años al momento de filmarla), lo que despertó cierta polémica ante escenas algo subidas de tono. Recordemos que en los 60s y 70s era de lo más normal que las chicas se casen menores de edad (hoy motivo de prisión), y eso, unido al movimiento hippie, permitía cierta precocidad a todo nivel en los jóvenes.
En el aspecto histriónico se destacan Fanning y Stewart, con personajes muy disímiles: desenfrenada e impulsiva la primera, equilibrada y coherente la segunda. Pero quien se destaca es Michael Shannon (Superman, The shape of water) interpretando a Kim Fowley, el excéntrico manager/descubridor del famoso quinteto. Su comportamiento errático y su manera de “educar” a sus pupilas en el medio rockero es sencillamente genial, aunque roza el abuso sicológico (lugar común en muchas historias de éxito).
Punto aparte merece la banda sonora, plagada de buenas canciones y covers alucinantes, muchos de ellos interpretados por las propias actrices. Es irremediable el trasladarse en el tiempo y vivir esa época con los ojos cerrados.
Sin embargo, el punto débil del film dirigido por Floria Sigismondi (italiana especialista en videos musicales) sin duda es el guion. Con escenas bastante predecibles, la historia no ofrece nada novedoso desde el punto de vista argumental, convirtiéndose en una más de cientos de historias de artistas exitosos, caídos en desgracia y redimidos por el tiempo. Quizá debieron permitirse más licencias dramáticas para contar aspectos más entretenidos, pero aquí entra el factor derechos de imagen que suele ser un dolor de cabeza para los productores de biopics. Jackie Fox, la bajista original, se negó a ceder estos derechos, por lo que su personaje tuvo que reinventarse con otro nombre.
En definitiva, una historia entretenida, con aspectos destacables pero tocada con superficialidad. Los éxitos como solistas de Joan Jett y Lita Ford corroboran el gran potencial de estas rockeras pero la inmadurez les jugó en contra, atentando contra la sostenibilidad del proyecto y fracasando en escasos 3 años. Nos queda la música, y el espíritu rebelde de 5 féminas que se negaron a seguir la corriente. El rock está vivo y tiene cara de mujer…
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